
Derecha e izquierda: hegemónicas y minoritarias
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La necesidad de que en el país se asegurara un espacio legítimo a quienes en materia política pensaban regularmente desde una ideología de derecha, viene desde una democracia establecida que asegure la pluralidad de ideas donde naturalmente debe existir no solo la izquierda sino también la derecha.
El intento más importante de construir una derecha política en el país fue el del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) que tras el sistemático debilitamiento del partido, fruto de su gradual sustitución por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), oficializó este paso bajo el mecanismo del Frente Patriótico de 1996, con Joaquín Balaguer y Juan Bosch como principales figuras, quienes sostenían la tesis de la supuesta ascendencia haitiana de José Francisco Peña Gomez, de raza negra. «Hay que evitar que la República Dominicana caiga en manos de quienes no sean verdaderamente dominicanos», advirtió Balaguer con la misión de frenar su acceso al poder. Esto selló el destino del PRSC, del PLD y de la derecha dominicana cimentándola en esfuerzos nacionalistas y cargadas de racismo.
Trayendo al escenario a la figura de Leonel Fernández quien en su momento se presentó como el candidato de centro-conservador fruto del Frente Patriótico, subordinando el reformismo del PRSC a favor del liderazgo peledeísta bajo el pacto conservador, e hizo que el PLD una organización de masas de corte populista adoptara un discurso balaguerista en torno al poder del Estado. El PLD abrió los espacios que antes no tenía a favor del liderazgo empresarial que hasta el día de hoy viene demostrando los frutos, cerrando las puertas al reformismo, y sus figuras acomodándose de manera satelital entre los ahora dos grandes partidos PLD y PRM, ocupando puestos de alta jerarquía política.
Ahora bien, las gestiones de Fernández demostraron que prefirió el camino de un populismo autoritario, alimentado de políticas de cultura de izquierda, tomado de las fórmulas del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) sobre la redención social y el discurso antielitista, y no basado en aquel pensamiento reformista conservador que lo impulsó. Pero si analizamos el discurso que con el que está alimentando la nueva organización política, Fuerza del Pueblo, creada fruto de la disrupción del PLD, vemos que retoma el discurso y vuelve a desplazar la ideología de izquierda al PLD con liderazgos que vuelven al pensamiento originario del partido.
A nivel de Estado esta derecha moderna se ve representada en figuras como Ito Bisonó, ministro de Industria y Comercio, y el senador Eduardo Estrella como los mejores representantes de un centro conservador. Y la izquierda moderna, de la cual abundaremos más adelante, se ve inclinada hacia figuras como el diputado José Horacio Rodríguez y Miguel Ceara Hatton, Mministro de Economía, Planificación y Desarrollo.
La democracia dominicana tiene un problema central y es el carácter oligárquico de la representación política. Porque muchos de estos partidos, tanto de derecha como de izquierda, regatean la igualdad de derechos frente a las grandes organizaciones políticas. Los casos como la Fuerza Nacional Progresista y Alianza País, aliadas con el Partido Revolucionario Moderno (PRM), son un claro ejemplo de la asignación de curules a los representantes partidarios en la Cámara de Diputados y el Senado de la República. Los partidos mayoritarios deberían de ver con sentido de responsabilidad las ventajas de ampliar su representación facilitando a las minorías políticas su participación. Ya que facilitando el acceso al Congreso ayudaría muchísimo a evitar el clientelismo que ejercen los grandes y el debate congresional se enriquece.
La presencia de las minorías en los espacios políticos ha construido la democracia moderna porque asegura la participación del colectivo ciudadano y es una condición de una gobernanza democrática. Sin las minorías no hay alternancia de poder.
Entre 1959 y 1965 la izquierda fue vanguardia en la lucha contra la dictadura trujillista y a favor del proceso democratizador que siguió a la muerte del tirano. La llegada del PRD bajo el liderazgo de Juan Bosch en 1962 abrió un canal que nunca antes se había visto en la historia política dominicana, la participación de las masas populares y canalizó la capacidad de los partidos de movilizarse socialmente. La democracia dominicana le debe mucho a este momento efímero de la izquierda, ya que sin el sacrificio de estos innumerables pensadores, hombres y mujeres de la izquierda las grandes conquistas del pueblo dominicano no podrían explicarse. Pero la guerra de abril de 1965 fue quien apago esa corta izquierda unificada, tras la invasión militar norteamericana.
La derrota de abril llevo a la izquierda de una lógica social hacia una lógica militar, en vez de replantear la lucha en el campo de las ideas reaccionó a la lógica de la guerra. (Guerrillas urbanas y resistencia militar.) Y así también se inclinó la política del régimen de Balaguer durante los doce años, siendo en muchos una respuesta defensiva entre ambos bandos. La izquierda cometió errores en su devenir que la llevaron a construir un fuerte movimiento político con el Movimiento Revolucionario 14 de Junio (IJ4) que se fragmentó bajo la dispersión y violencia entre sus miembros, terminando en la disolución.
La izquierda hoy en día se encuentra diseminada en el mapa social, cohesionada por una cultura de valores comunes en la lucha de la igualdad social y la participación democrática. Esto dio fruto a movimientos como 4% para la educación, la Marcha Verde, las manifestaciones de protesta escenificadas en la Plaza de la Bandera frente a la Junta Central Electoral del 2020, la inclusión de las tres causales en el Código Penal y mantener las agravantes penales en contra de la discriminación por orientación sexual.
En el gobierno municipal, en la Cámara de Diputados y en la creación de marchas sociales, la izquierda se ha mostrado parte de una cultura crítica de la vida democrática persiguiendo el ideal de bien común, la igualdad de derechos y la lucha por espacios a favor del peatón con liderazgos como el regidor Mario Sosa, activistas como María Batlle o Juanjo Cid. Este ha tenido un impacto en el plano de movimientos sociales afincando a los poderes locales producir avances en la cultura política de los grandes partidos democráticos. Reconocer esto es ver que si existe una creciente representación de minorías políticas que para las próximas elecciones serán decisivas su participación e inclusión en la representación del electorado dominicano.