
‘Air’ recrea la célebre unión entre Michael Jordan y Nike
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Michael Jordan es el protagonista ausente de Air, el drama que vuelve a reunir a Ben Affleck y a Matt Damon. El legendario deportista, alero inmortal de Chicago Bulls que dimensionó el mejor baloncesto del mundo, es la bujía inspiradora de una película que, como la mayoría de los documentales que abordan su envidiable trayectoria, lo coloca en el pináculo del lucrativo negocio de los tenis.
Affleck y Damon apelan a la cautivadora imagen de Jordan para reconectar con las fibras emotivas de sus seguidores, abordando la carrera del baloncetista cuando aún era un novato, recreando al anhelado sueño americano que alimenta las esperanzas, en este caso, de una familia afroamericana.
El relato cinematográfico que cuentan estos dos muy buenos amigos, también productores ejecutivos de la película, pone a un lado el protagonismo de Jodan para enfocarse en la jugada maestra que se atribuye a su madre, Deloris Jordan: no solo firmar contrato con Nike, en ese entonces tercera por detrás de Converse y Adidas que dominaban el mercado en la venta de calzados deportivos, sino lograr que por cada par de tenis que se vendiera con el nombre de su hijo le fuera reconocido un porcentaje por los siglos de los siglos.

Con un desempeño inferior a sus otras dos competidoras, Nike tenía pocas probabilidades de fichar a quien Sonny Vaccaro –interpretado por Matt Damon– sería una gran estrella dentro y fuera de la cancha. Sin duda, la visión de Vaccaro, y su obsesión por lograr más recursos para fichar a Jordan, estén sobredimensionados en la película, pero al final el cine requiere de esas dosis románticas y alucinantes que muy bien aprendió a potencializar Affleck en su carrera como director.
Jordan subyace en el relato como un fantasma al que solo se le escucha en diálogos de monosílabos, y es probablemente la mejor fórmula que pudieron encontrar sus realizadores. Todo va a cuenta del match entre el cazatalentos Sonny Vaccaro y su egocéntrico jefe Phil Knight, menos convincentes que las conversaciones y los enfrentamientos entre el primero y los demás integrantes del equipo creativo, de marketing, publicidad y todo aquel que tuvo que ver con la estratégica operación que poco después –tras la ascendente y admirable carrera que fue labrando Michael Jordan– convirtió a la Nike en la empresa líder del mercado.
Air está muy lejos de las mejores películas dirigidas por Ben Affleck (Argo, The Town o Gone Baby Gone), y sin duda, más allá del atractivo que supone un proyecto vinculado al legendario baloncetista de los Bulls, es Matt Damon que salva a medias el trabajo interpretativo del elenco. Equiparable es la actuación de Jason Bateman, que viene de la alucinante serie de televisión Ozark, un actor versátil, con un talento camaleónico que logra interpretaciones convincentes en cualquier género.

Es la ambición de Sonny Vaccaro que adereza el hilo de las intrigas, su arrojo por hacer lo imposible para convencer a sus superiores, para saltarse los protocolos que regían entonces el negocio entre las empresas de calzado, los representantes de los jugadores y los jugadores mismos. Lo hizo todo para alzarse con la cereza del pastel y junto al resto del equipo de Nike vendió a los padres de Jordan la idea de que «él era el calzado» y no a la inversa.
Ese recorrido narrativo que anda Ben Affleck delante y detrás de las cámaras tiene un estilo más cerca de la televisión que del cine. Por lo menos el cine de sus películas que le consagran como director –con Argo ganó en el 2013 tres premios Oscar incluyendo el de Mejor película– sobre todo por su banda sonora, la recurrencia en alta dosis de canciones emblemáticas de los años dorados de los 80, que salpica a chorros la película hasta empaparla.
Jerry Maguire es la película de referencia que la crítica trae al presente con el estreno de Air, nombre que honra los modelos diseñados por Nike exclusivamente para el atleta, pero la película protagonizada en aquel entonces por Tom Cruise y, posteriormente, Moneyball, con Brad Pitt en el personaje principal, están por encima gracias al trabajo en conjunto que resulta muy difícil de lograr cuando se trata del deporte. De todas formas, siempre es agradable ver en pantalla a Ben y a Matt, y Jordan complementa esa reunión.