El tono de la campaña
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CONTEXTO.– Basta observar los medios de comunicación para percatarse de que la humanidad está viviendo una espiral de violencia física y verbal de magnitudes sorprendentes. No es que sea algo nuevo. Sin embargo, no debe dejarnos de llamar la atención. Las ambiciones y los intereses están ganando terreno sobre el individuo. Desde la mínima expresión, en las relaciones personales, hasta aspectos más grandes como asuntos colectivos, empresariales, grupales, de Estado y de nación.
Y en esa vorágine uno pregunta: ¿En qué estamos pensando? ¿La costumbre nos nubló la visión? ¿Ese es el escenario en el que queremos habitar, interactuar, desarrollarnos? Ciertamente una persona no cambia el mundo, pero sí puede llegarle a su entorno, y así sucesivamente. Hay cosas más importantes que nuestros logros, egos, apetencias… Pero algunas veces corremos el riesgo de imbuirnos tanto en ellos que lo realmente importante podría escurrírsenos entre los dedos. O peor aun: que lo damos por sentado, como si viviéramos en una burbuja inefable que nunca explotaría…
CAMPAÑA.– Estamos en un proceso electoral determinante en los últimos años porque, entre otros aspectos, las fuerzas políticas de la nación se encuentran en un estado de replanteo y reconfiguración, y, a su vez, empezamos a observar un cambio generacional en todas las organizaciones políticas. No que unas generaciones necesariamente queden desplazadas, pero sí que emergen nuevas a posiciones de importancia. Y en ese cambio, la obligación es ser mejores. El ejercicio o la consecución del poder, por sí mismo, no genera virtud. Este valor agregado lo ofrece el por qué y el para qué. Y en el contexto de lo político, estos dos caminos deben llevarnos a un mismo lugar: lo que entendemos es mejor para el país, no para grupos o facciones.
En ese sentido, en estos meses que restan de campaña deben imperar las propuestas, no los insultos. Debemos tratar de combatir ideas, no personas. No podemos permitirnos un constante echar leña al fuego, porque al final, el tono de la campaña se verá reflejado en la calidad de nuestra democracia y nuestras prácticas políticas. Debemos estar en la capacidad de decirnos de todo, pero sin ofensas innecesarias. Después de que pasen las elecciones seguiremos siendo dominicanos, compartiendo el mismo territorio, y debe haber unidad y concordia en los temas que nos beneficien…
DISCURSO.– Muchas veces las cosas que te rodean se relacionan con las palabras que dices. Si vives maldiciendo tu vida, tu carro, tu trabajo, lo que te sucede… ¿cómo esperas que mejore? Si quieres traer bendición a tu vida, habla bendición. Bendice tu país. Bendice a tus gobernantes, bendice a la oposición, bendice tus fronteras, bendice tu paz, tu estabilidad republicana –en términos sociales, políticos y económicos–.
No quiere decir que no hayan críticas constructivas, utilizando el vehículo de la democracia, pero sí que se mida el efecto de las palabras. Qué se utiliza para política y qué no. Qué puede resultar beneficioso o qué podría ser contraproducente. Estamos viviendo tiempos difíciles. Y las palabras pueden ser agitadoras, peligrosas. La política no es personal, pero algunos podrían pensar que sí. Y si ese accionar se hace consuetudinario, hasta el punto de la insensibilización, no creceremos como sociedad constitucional y democrática… Involucionaríamos. Hagamos de este proceso una verdadera fiesta… Que estamos por encima de intereses particulares. Se trata de la República y del individuo…