El ministro de Educación, Ángel Hernández, es un hombre de convicciones, que defiende sus ideas a capa y espada, quizás de una manera tan clara y directa con gestos y palabras que no siempre son recibidas por sus interlocutores con agrado. Todavía falta un buen trecho para medir con objetividad los logros de una gestión…