
Tokischa, una virtuosa del violín
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Algunos enfoques de las ciencias sociales –tales como el historicismo, el institucionalismo histórico y el path dependence– explican que los hechos actuales dependen de los hechos pasados. Desde un ángulo cercano, el consecuencialismo advierte que tiene que obrarse de una determinada manera para obtener un resultado deseable. A menudo esta óptica es ignorada por los detractores de una artista controversial como Tokischa. Critican lo que ella es o representa sin preguntarse de dónde viene o por qué o cómo llegó hasta allí.
Tokischa viene de nuestros barrios de campesinos –nuestros padres y abuelos– desarraigados de sus tierras cuando nuestros gobiernos, sin fundamento histórico ni transición coherente, centraron las políticas públicas en las ciudades y abandonaron el campo. Entonces nacieron cinturones de miseria que crecen entre violencia y hacinamiento.
El éxodo del campo a la ciudad se masificó a partir de las primeras presidencias de Joaquín Balaguer (1966-1978), cuando, entre otras políticas, «el gobierno», según Frank Moya Pons, estimuló el «crecimiento de industrias de sustitución de importaciones a costa de la agricultura» y «ejecutó una política de congelación de precios agrícolas para beneficiar a los consumidores urbanos» (Manual de historia dominicana, 1997, página 553). El apoyo a sectores industriales nacionales aumentó y se estimuló el consumo de sus productos, al tiempo que se abandonaba a los campesinos. Hoy, la sangría migratoria continúa por razones que, sumadas, complejizan el problema.
Uno de los aspectos trágicos de esa migración es que nuestros campesinos, abandonados en el campo, también se vieron abandonados en las ciudades. No es raro que no haya bibliotecas, teatros, museos y academias de bellas artes en barrios que carecen hasta de elementales infraestructuras públicas. La academia de música es un referente lejano, con frecuencia inaccesible, sea por la distancia, el gasto de transporte o porque la demanda supera a la oferta de cursos de música. El barrio crece de espalda a las bellas artes, un territorio lejano que carece de ruta para venir al barrio y el barrio para ir a él.
Sin embargo, los creadores culturales proliferan y reproducen aquello con lo que crecen. Si crecen con trap, no pueden convertirlo en sinfonía. Si obtienen marginalidad, exclusión, desigualdad, violencia y tensión sexual, no les pidas menos rabia a la que aferrarse. A la hora de tensar las técnicas y los subgéneros, al extremar sus canciones, no tendrán por modelo la música clásica, sino sus acordes callejeros. No hay nada que buscar en un Beethoven que casi nadie conoce, pero sí en el rock o en Nathy Peluso. A Tokischa, formada en el barrio, no le pidas música de cámara.
La religión y el autoritarismo político –convertido a veces en tiranía– que marcó casi toda la vida del pueblo dominicano durante los siglos XIX y XX, creó una mentalidad colectiva intolerante y censuradora de lo nuevo que persiste hasta hoy. Como si fuera poco, los dictadores latinoamericanos de derechas y el de la izquierda (en Cuba) estaban demasiado ocupados preservando el orden público y las buenas costumbres mientras los países democráticos encauzaban la libertad de expresión de sus ciudadanos. Allá los artistas encontraban su espacio o al menos podían luchar por él. Aquí eran sometidos a la censura. Después la democracia –o algo parecido– se ha ido generalizando en América Latina. Luego llegó Internet, las redes sociales y Tokischa, en ese orden.
Con estos ingredientes, el cóctel estaba servido. Lo demás es historia. Si quieres hacer de las tokischas unas virtuosas del violín, vete al principio: comienza por exigir políticas públicas culturales para el barrio. Allí es donde todo comienza.
1 Comentario
Angel
El que siembra vientos cosecha tempestades. Así decían en esos tiempos, los tiempos iniciales a los que hace referencia este buen artículo. Estamos en el tiempo de las cosechas. Ese producto ya está en el mercado, se ha de consumir por los que tienen un gusto culinario variado y por los que no tiene “dinero” para comprar algo diferente. Nos resta repensar nuestra siembra actual a mediano y largo plazo.