
Luis Abinader comete un error con relación a Haití
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Ya se ha dicho hasta el cansancio: Haití representa la principal amenaza a la estabilidad social, económica y política de la República Dominicana. Su situación de disolución institucional contribuye a oscurecer un panorama ya de por sí bastante denso por la ancestral miseria que padecen los haitianos y el consecuente estallido de criminalidad y violencia que tiene a nuestro vecino ad portas de una guerra civil.
Sin oportunidades, ni esperanza de mejora a los haitianos no les queda otro camino que salir de su tierra en un éxodo masivo cuyo principal destino somos nosotros. Los más pobres cuya indefensión y vulnerabilidad es tal que, además de no tener ni servicios, ni comida, ni educación, ni salud, ni trabajo seguro, no existen para la ley pues carecen hasta de documentos de identidad. Para los poquísimos ricos la situación no es diferente: sin un clima adecuado para crear riqueza están migrando con sus capitales a la República Dominicana donde ya empiezan a colocar inversiones en distintos sectores, en un fenómeno que debe llamar la atención del liderazgo nacional por las peligrosas implicaciones que tiene.
En ese contexto, cada postura o decisión que se toma en el país sobre este espinoso tema debe ser altamente sopesada. La República Dominicana está llamada a convertirse en un ente de moderación entre el atomizado liderazgo haitiano y a su vez ser un agente activo ante la comunidad internacional, comenzando por los países que sufren el impacto de la crisis migratoria de Haití, para lograr que allí se alcanza en el menor tiempo posible una estabilidad que les encauce hacia la necesaria normalidad institucional y el desarrollo económico y social.
Hago esta reflexión sobre Haití porque me resulta sorprendente que el presidente Abinader haya decidido también darle un uso mediático, populista y politiquero a un tema tan sensible como ese con sus dos recientes decisiones las cuales ponen en evidencia, además de su total incapacidad para comprender lo que ocurre con el vecino y como manejarlo, su disposición de utilizarlo políticamente con tal de ganar el aplauso de la grada aunque con ello contribuya a enrarecer la situación de alta conflictividad entre nosotros.
Prohibir la entrada al país a Claude Joseph es a todas luces imprudente, torpe e inadecuado. ¿Por qué lo calificó así si ese señor no cesa en sus ataques a nuestro país? Sencillo: en primer lugar, cayendo en esa provocación el gobierno dominicano está restándose calidad como promotor del diálogo entre los haitianos, también se quita calidades para liderar un bloque regional de ayuda a Haití; en segundo lugar, Joseph no tiene ninguna función pública que comprometa a su país con sus desafortunadas opiniones sobre RD; en tercer lugar, Abinader le hace un favor a la estrategia política de Claude Joseph, evidentemente construida a partir de exacerbar el sentimiento patriótico y anti dominicano que pueda tener una parte del electorado haitiano, en su empeño de ser presidente.
Dicho sea de paso, muchos nos quedamos esperando la misma firmeza de Abinader cuando su ministro de Economía, Planificación y Desarrollo agravio al pueblo dominicano al calificarnos a todos como racistas y anti haitianos. En ese caso, si se justificaba una drástica decisión por parte del presidente en tanto que las opiniones del ministro comprometen la posición del gobierno. Lógicamente, el Presidente no le iba a dar otro golpe a un aliado cercano, máxime cuando está avalado por el principal partido de gobierno: Participación Ciudadana. Puerco no se rasca en javilla.
El chasco mayor y más grave es el impedimento de entrada al país de los 12 líderes de bandas criminales que controlan el territorio haitiano. ¿Puede alguien en su sano juicio pensar que si alguno de estos delincuentes tiene la necesidad de ingresar a la República Dominicana, seguirá todo el procedimiento formal que pasa por solicitar una visa ante nuestro consulado y cruzar los controles migratorios ordinarios? Peor aún ¿ahora fue que el Presidente Abinader se enteró que estos señores representan un peligro para la nación? Verdaderamente, la ausencia de buen juicio y sentido común de quienes nos gobiernan causa risa y pena.
En vez de allantar a la población con medidas populistas y desacertadas cómo estas o el bulto con el muro fronterizo (el cual se comprometió a terminar antes de agosto y apenas llevan construidos menos del 5% de su extensión) lo que tiene que hacer Abinader es tomar el toro por los cuernos fortalecer los controles fronterizos, disponer de una política migratoria efectiva e impulsar la creación de un Plan Marshall para Haití tarea en la cual debe involucrar de manera activa a toda la comunidad internacional, comenzando por sus amos.
Claro está: para articular una estrategia eficaz con respecto al tema haitiano hay que tener capacidad gerencial, visión de Estado, carácter, inteligencia, sagacidad, audacia, creatividad, compromiso con la preservación de la identidad nacional y verdadero amor por la Patria, cualidades todas que les son extranjeras al grupo que nos gobierna.