
Los 10 desafíos de Estado de la nueva política
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La política, como cualquier otro aspecto de la sociedad, experimenta cambios en la medida en la que nuevas generaciones van tomando el relevo de la vida institucional, de manera paulatina pero constante. Quien cree que puede tener los mismos discursos de hace 20 ó 25 años se encontrará con la realidad de un electorado que ha refinado sus demandas y espera mayor dinamismo del Estado.
El contexto actual en el que se hace política ha cambiado. Dentro del marco individual, el nuevo votante ya no se deja convencer tan fácilmente de ideologías, y escudriña con más atención los perfiles profesionales de los candidatos, así como la idoneidad de sus propuestas.
En el aspecto social, una clase media más instruida académicamente, con acceso y uso de las redes sociales, verifica las ofertas de los partidos y candidatos, opinan sobre ellas y las valoran en torno a sus aspiraciones.
Mientras que, a escala global, las disputas que desafían el dominio de Occidente han puesto en entredicho principios como la democracia, los derechos civiles y las libertades económicas, conceptos que no podemos dar por sentados.
Por eso, al ver la política como una actividad que se enriquece con el paso de las generaciones, debemos analizar los retos de Estado que tenemos enfrente. Por ejemplo, si nuestros mayores tuvieron que exigir libertades públicas y torneos electorales justos, nuestra lucha hoy se enmarca en la transparencia, la mejora de los servicios públicos y la desigualdad territorial.
La transparencia
La nueva política debe trabajar para que sean más habituales y efectivos los mecanismos que comuniquen qué hacen los servidores públicos y cómo lo hacen. Esto no solo se circunscribe a datos abiertos, sino también a los criterios con los cuales se toman decisiones en los diferentes poderes del Estado.
El orden territorial
Es necesario trabajar en la definición y fortalecimiento de la seguridad de todas nuestras fronteras marítimas. Ya quedaron bien establecidos los límites de nuestras aguas territoriales con Colombia y Venezuela; pero aún faltan las líneas divisoras con las costas de Haití, Islas Turcas y Caicos y Puerto Rico (es decir, Estados Unidos).
Asimismo, tenemos que definir claramente cómo vamos trazar el territorio, con fines de que las planificaciones sean más coherentes. Por ejemplo, para la educación podemos tener tantas zonas, pero en educación otras tantas. Una comisión bicameral del Congreso Nacional trabaja en un proyecto de Ley de regiones únicas de planificación, tenemos que insistir en esa dirección.
La desigualdad geográfica
En relación a lo difícil que es planificar tomando como criterio el territorio, es necesario llamar la atención sobre las desigualdades económicas que se manifiestan en las diversas provincias. Es posible constatar con la vista las grandes diferencias entre el Distrito Nacional y algunas demarcaciones señaladas como las más pobres, lo que la nueva política debe abordar motivando la inversión en los lugares donde se requieren más empleos.
Los recursos naturales
Definir qué tendrá más primacía, ¿el desarrollo del mercado o la preservación del medio ambiente? El liderazgo político de nuestra generación debe inclinarse, según mi parecer, a cuidar la naturaleza, puesto que consiste en un patrimonio invaluable de la humanidad.
El agua
Derivado de la protección al medio ambiente, es necesario reconocer el agua como un tema prioritario. El preciado líquido es vital para salud y estratégico para la producción, por lo que de preservarlo dependen nuestra supervivencia y nuestros empleos.
Las soluciones a los recursos hídricos son políticas y es un liderazgo comprometido, de nueva generación, el que puede tomar las decisiones idóneas para fomentar dichas soluciones.
La calidad educativa
Adecuar los programas educativos para que compaginen con los nuevos tiempos es crucial con fines de que mantengamos la competitividad sistémica. La participación política de las nuevas generaciones debe estar centrada en fortalecer los espacios académicos, de modo que el país produzca ciudadanos aptos para el empleo en este nuevo ámbito post-pandemia.
La formación humana
Aunque la lectura comprensiva y las matemáticas comprenden las habilidades básicas más importantes, requiere visión de Estado colocar las artes, la moral y cívica y el deporte (especialmente las actividades en equipo) en un primer plano, de modo que nuestros ciudadanos sean exitosos de manera integral.
Igualmente, cabe resaltar que cuando dominamos estas habilidades, crece en nosotros la destreza más importante de estos tiempos: el pensamiento crítico, aquello que nos diferenciará de las máquinas basadas en inteligencia artificial.
El acceso a la salud
La pandemia nos demostró la importancia de que el Estado cuente con capacidades reales de respuesta sanitaria. Decisiones firmes son las que construirán esas redes de servicios de salud pública que hacen falta para proveer a todos los ciudadanos de estructuras clínicas confiables.
El acceso terrestre
Con un trabajo mancomunado entre el sector público y la iniciativa privada, una nueva política debe impulsar la construcción de carreteras que conecten el campo con la ciudad y a los turistas con sus diferentes destinos.
Se trata de dos frentes: primero la cantidad, puesto que hay muchas oportunidades de mejora en ese aspecto; segundo la calidad, es decir, que las obras perduren en el tiempo con el mantenimiento adecuado.
El orden en el gasto
Todo lo anterior, mientras prevalece la consciencia de que los recursos financieros apartados para manejar el Estado pertenecen a los contribuyentes. Por eso, hay que cuidar cada centavo.