
La relación «amor y odio» entre la política y el merengue
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El merengue y la política mantienen una relación histórica que se alimenta de la cotidianidad electoral del momento y se nutre de lo que hicieron o dejaron de hacer sus principales protagonistas. En el período de los años dorados del merengue –los ochenta del siglo pasado– se grabó un variado repertorio de canciones con una alta dosis política, que conviven con los grandes éxitos románticos y bailables que caracterizaron la época.
Wilfrido Vargas y Sus Beduinos estrenaron la década de los 80 con el elepé El Jeque (Karen Récords KLP-52), que incluye la composición del talentoso Ramoncito Díaz, Lilís, un merengue gracioso que hace referencia al tirano Ulises Heureaux. «Hay que luchar porque en tu país/ no aparezca otro Lilís», advierten las certeras expresiones de este candente tema. «Al pueblo le daba caña/ y el país era un infierno/ Lilís se sabía la maña/ de quedarse en el gobierno».
A esa tendencia también se apuntó Bonny Cepeda. Emergió ese mismo año con su producción El maestro (Algar Récord – 22) con el merengue Como está la cosa, composición que escribió junto a Leonardo de Jesús, en la que se lamentaban sobre la terrible situación económica en el país: «Ha pasado el tiempo/ todo sigue igual/ La piña está agria/ comentan por ahí /pero otros dicen que ni piña hay».
A esta colección se suma un merengue que tuvo una acogida y popularidad impresionante en el mismísimo 1980. En su elepé Siempre pa’lante (Algar Récords ALG-24), el fenómeno que eran Los Kenton echaron manos a una composición de Frank Pérez Palacios y Bonny Cepeda: La política. Ácidas críticas a los funcionarios derrochadores, al político que va al Gobierno para amazar fortuna: «El amigo que yo tengo era pobre como yo/ yo soy el mismo de antes a millonario él llegó/ yo recuerdo que hace poco compartimos la pensión/ y resulta que mi amigo ahora tiene una mansión».
Ese merengue tuvo una repercusión tal, que un dos años después, en plena campaña electoral, Los Kenton grabaron La política II, una continuación del relato de ese personaje que ahora espera ser favorecido por los votantes: «La otra noche comentaba en la casa de un vecino/ Las cosas que aquí suceden en la base y los partidos/ de repente me recuerdo de la historia del amigo/ que tiene su carro grande y pistola de bolsillo… Espera que va a ganar en la política compai’». «Como a él no le interesa cuál será nuestro destino/ está gastando su riqueza en coñac, mujeres y vino/ ahora quiere ser electo respalda’o por su bolsillo».
El proceso electoral del 1982 inspiró a más de uno de los compositores populares que aprovecharon para sintonizar con el descontento de la población, y la indiferencia de aquellos indecisos sin ánimo de acudir a las urnas. Uno de esos creativos fue Jaime Shanlate, autor de En qué parará la cosa, merengue muy popular del mocano Luis Ovalles. La canción está incluida en su elepé Súper merengues (Fono Max Récords – 207).

«De los próximos comicios/ nada se puede decir/ ya que sobran candidatos/ para poder elegir…/ Solo se acuerdan del pueblo/ cuando buscan el poder/ para ver si le echan manos/ a la silla de alfiler.. En qué parará la cosa caballero».
Estas canciones eran concebidas no como música para entretenimiento, en la mayoría de los casos, sino para crear conciencia en la juventud, para recordar aquellos patriotas que defendieron el país hasta la muerte. Y en eso siempre dio en la diana Wilfrido Vargas. En el 1981 compone junto a R. Rodríguez y Ramoncito Díaz una salsa hermosísima para honrar la memoria del coronel Francisco Alberto Caamaño, El comandante.
«Francisco Alberto fue un verdadero dominicano/ Que junto al pueblo con sus ideas y su fusil/ juró enfrentar a más de 40 mil/ que un día violaron el territorio de mi país/ había que ver aquel pueblo herido en pie de lucha/ con una furia que ni la muerte lo amedrentó/ Niños, mujeres, hombres decidieron/ se le enfrentaron fusil en mano al invarsor/ y así comenzó señores Francisco Alberto su historia».
¿Pero será que Wilfrido es un artista que solo prefiere los personajes de relevancia histórica, como sucedió con sus temas Lilís o El Comandante? En el 1983 se saltó esa tendencia, grabando uno de los merengues emblemáticos de su repertorio: El funcionario, un trabajo fino con letras de Manuel de Jesús y Jaime Shanlate.
Esta canción caló desde su estreno, es una pieza que no pierde vigencia y que con ella, Wilfrido Vargas sintonizó con ese inmenso segmento de la población que muestra desencanto con aquellos altos funcionarios que van al Estado a malversar el erario público. «Había una vez un funcionario/ que el presidente lo nombró de secretario/ Y el secretario de una empresa del Estado/ Ya su tarea hábilmente ha comenzado/ Llegaban cuatro, cinco seis, siete problemas/ Y el secretario resolviendo esos problemas/ Pero de pronto pensó en el poco tiempo/ Que le quedaba como secretario/ y sus problemas nadie los sabía/ tenía más líos que Anthony Ríos/ y comenzó coge aquí, coge allá/ coge allá, coge aquí/porque pensó que era una pensión/ que le dejó su papá».
Aún quedan muchas referencias políticas en el cancionero del merengue. La de los ochenta fue una década que cultivó en cantidades abundantes estos tópicos y las orquestas más populares popularizaron piezas que hoy son clásicos del género.