La película que remató a Whitney Houston
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El biopic apela a rasgos dramáticos que se repiten invariablemente en los personajes que retrata en cada vuelta de la aguja del reloj cada vez que se manifiesta un nuevo fenómeno musical. La regla está escrita en sangre para las mujeres (sobre todo para las afroamericanas): provienen de familias pobres, dueñas de un don admirable, alcanzan la fama, amazan fortunas y… caen en el abismo de las drogas o son víctimas de violencia doméstica. Mujeres ahogadas por traumas insospechados, equiparables en su dimensión solo a la popularidad (casi) universal que consiguen a través de sus canciones, de su música.
Era cuestión de tiempo para que la voz, Whitney Houston, aterrizara en este universo que recrea su descubrimiento, su prometedor debut, su asunción a la fama y su estrepitosa caída arística. Y su muerte. La narrativa se mantiene intacta a lo que ha sido este género a lo largo de la historia. Fórmula que nos recuerda demasiado la película What’s Love Got to do with It (1993), en la que Angela Bassett encarna con dignidad y mucho más credibilidad a otra estrella de la música, Tina Turner, en este drama basado en el libro I, Tina.
El director Kasi Lemmons se desliza con desgano por la vida de esta incomparable artista, ahijada de Aretha Franklin, apadrinada musicalmente por el gran empresario Clive Davis, vigilada de cerca de por su madre, también artista, Cissy Houston y su padre John. Un círculo vivencial que presionó a su manera a esta cantante, todavía hoy dueña de récords imbatibles, que en sus años dorados en la década de los 80 sufrió el rechazo de la comunidad afroamericana, hasta que logró romper el mismo techo que con mayor facilidad quebró, por ser hombre, Michael Jackson.
Lemmons necesitó 146 minutos para abordar la convulsionada carrera de Whitney Houston. Un metraje arriesgado que solo rebasa el director consagrado, o aquel que se sabe en poder de un guión sólido, de un elenco convincente y de una técnica que complemente la obra en su conjunto. Este no es el caso. El director lo apuesta casi todo al greatest hits de la artista, a una banda sonora en la que suenan en su totalidad la mayoría de sus canciones. El personaje central es demasiado potente, su hoja de vida es materia prima para una película con mejor suerte. El director no se arriesga en agitar el libro –con sus penas y alegrías, su tormentosa relación con el rapero Bobby Brown, por ejemplo–, limitándose a recrear lo políticamente correcto para preservar el legado de la mejor vocalista pop femenina de R&B de todos los tiempos.
La película, aunque aborda cronológicamente todos los momentos épicos de su carrera, trata de salvaguardar a la artista. Un filme por encargo, es el resultado, a pesar del guión de Anthony McCarten, autor del maravilloso texto de Bohemian Rhapsody, otro título del género que generó emociones muy distintas. Pocos momentos convincentes. Menos reconocimiento para el elenco, incluyendo a Naomi Ackie en su encarnación de la intérprete del éxito I will always love you, acartonada, como resultaron todos los demás: Stanley Tucci como Clive Davis, Tamara Turnie como Cissy Houston y, para rematar, Ashton Sanders que se viste de Bobby Brown.
I Wanna Dance with Someboy –título de una de sus canciones más populares– es una película sosa, que abusa del tiempo, con luces insuficientes para iluminar el aura de la artista que patentizó la voz entre todos aquellos que surgieron en su época y que fracasaron en el intento de alcanzar los registros, el charming y el talento de la Princesa de Norteamérica. Por todo eso, una película sobre su vida no puede morir en el intento. El cine sigue en deuda con Whitney Houston.
Ficha técnica
I Wanna Dance with Somebody. 2022. País: Estados Unidos. Dir.: Kasi Lemmons. Guión: Anthony McCarten. Fotografía: Barry Ackroyd. Int.: Naomi Ackie, Ashton Sanders, Stanley Tucci, Clarke Peters, Nafessa Williams, Tamara Tunie, Lance A. Williams, Bria D. Singleton, Kris Sidberry. Género: Drama-Biopic. Dur.: 146 min.