
La hora de la verdad para el PLD
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En poco menos de dos semanas sabremos qué será del futuro inmediato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), cuando se celebre la consulta interna que definirá el candidato presidencial de ese partido para mayo del 2024. Aunque no tiene fuerza de ley, todo indica que el ganador recibirá el respaldo de todo el conglomerado morado.
Un poco de historia para entender cómo llegamos a este punto. Luego de años de tensiones a lo interno del PLD entre Danilo Medina y Leonel Fernández, con amague de división incluida en el 2015 cuando en un inicio el expresidente se oponía a una reforma de la constitución que beneficiara a Medina, finalmente lograron un entendimiento base para que el partido se mantuviera unido y ganara de forma abrumadora las elecciones del 2016.
Ese acuerdo dio fruto al llamado «Pacto de los 15 puntos», entre los cuales se acordaba reformar la Constitución, pero también darles la oportunidad a distintos miembros del PLD de presidir las cámaras del Senado y de Diputados, el cual se cumplió desde el 2016 al 2019, hasta que la tensión no dio para más.
El precipicio se asomó un mes después de Danilo Medina anunciar de forma oficial –y forzada– de que no buscaría una nueva reforma y consecuente reelección. En agosto del 2019 debía asumir la presidencia de la Cámara de Diputados el legislador Demóstenes Martínez, de la corriente de Leonel Fernández. Sin embargo, el Comité Político nunca se reunió para confirmar su nominación, oficial desde el 2016, y por ende la presidencia de la cámara baja la retuvo Radhamés Camacho, seguidor de Medina. Ese 16 de agosto se rompió la institucionalidad del PLD y comenzó el descalabro sin retorno.
Por la reacción del entorno del expresidente Fernández, se infirió que el entonces líder del PLD prefería dejar pasar el pleito de la Cámara de Diputados por el bien mayor: obtener la victoria en las primarias del 6 de octubre. Sin embargo, Medina no estaba dispuesto a dejarlo pasar y puso todos los recursos al servicio de la candidatura de Gonzalo Castillo. Esa noche de domingo, la taza se terminó de romper, con unas primarias que dejaron mucho que desear y que gatillaron la salida de Leonel Fernández.
En el 2020, año de pandemia, el castigo fue severo: el PLD, ya formalmente dividido, perdió en todos los niveles, en las municipales extraordinarias de marzo, y luego en julio, en las aplazadas elecciones de mayo, perdió su mayoría en el Congreso y el control del Ejecutivo, dando paso a Luis Abinader y al Partido Revolucionario Moderno (PRM).
Dos años después
Muchos consideramos que era difícil que el partido volviera de semejante descalabro, pero en este caso, sin sillazos ni «entren to’», el PLD comenzó un camino lento de recomposición, muy a pesar de los golpes que ha venido recibiendo por los casos de corrupción que han llegado a respirarle en la «nuca» al mismísimo Danilo Medina. No obstante, y a pesar de todo lo anterior, el PLD está vivo y encaminado.

Ahora bien, viendo el panorama del 2024, a los morados se les presenta un nuevo desafío. Con el PRM con su candidato designado desde el 5 de julio del 2020, y con Leonel Fernández como candidato de Fuerza del Pueblo, hay que preguntarse ¿era sostenible para el PLD resistir sin candidato hasta el 2023? Políticamente imposible. En ese sentido hace lo correcto. Por eso este 16 de octubre es una jornada, aunque jurídicamente no vinculante, de vital importancia para los morados, pues se juegan la unidad partidaria y una posibilidad real de pelear por el poder en el 2024.
Hay seis precandidatos, pero vamos a ser sinceros, dos tienen la opción real de conseguir la boleta presidencial del PLD: Margarita Cedeño y Abel Martínez. Ambos vienen de las filas del llamado «leonelismo», pero ambos permanecieron en su partido cuando el otrora líder peledeista hizo tienda aparte, aunque solo uno verá el fruto definitivo de ese sacrificio político y personal.
En términos generales la sensación de quién podría ganar luce difícil de aventurar, o como dicen los norteamericanos: «Too close to call».
Una segunda sensación es digna de resaltar. De perder Margarita no se vislumbra ningún peligro en términos de cómo pudiera reaccionar, dado que es muy cuesta arriba pensar que se iría del PLD, difícilmente la aceptarían en Fuerza del Pueblo y muy probablemente ella tampoco lo vea como una posibilidad.
Pero en el caso de Abel Martínez, el escenario podría cambiar. Estando tan seguro de sus opciones, de su potencial victoria, ¿cómo gestionará una eventual derrota? ¿Aceptará así como así o amagará con irse? Porque si se va, y el partido luce dividido nueva vez, sería un golpe devastador. A esto se suma que Abel es bienvenido a otros partidos, o al menos, más bienvenido que su principal adversario.
Una cosa es segura: llegó la hora de la verdad para el PLD este 16 de octubre.