
Fuerza del Pueblo se abre paso
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Hace tres años, en el espectro político nacional solo eran dos partidos los dominantes: el de la Liberación Dominicana (PLD) y el Revolucionario Moderno (PRM), cuyo antecedente, el Revolucionario Dominicano (PRD), ha sido el otro partido que ha podido gobernar el país en los últimos 26 años.
Pero en octubre del 2019, con la salida del expresidente Leonel Fernández de las filas moradas, se fundó Fuerza del Pueblo, luego de un acuerdo con el otrora Partido de los Trabajadores Dominicanos, organización por la cual aspiró a la presidencia para los comicios de julio del 2020, obteniendo un 8.90%, muy lejos de aquellos números que lo llevaron a Palacio Nacional en tres ocasiones.
Después de ese proceso electoral, muchas personas –incluyéndome–, pensaron que los días de vigencia política para Fernández ya habían pasado, con razones de peso para considerarlo. Por un lado, el desgaste propio de una figura que estuvo en la primera fila de la política nacional de 1996 a la fecha. No solo ha sido tres veces presidente, del 1996 al 2000 y del 2004 al 2012; por igual, fue presidente del poderoso PLD durante casi 20 años. Además, su enfrentamiento cuasi personal con Danilo Medina llevaron a su colectividad al límite del quiebre en el proceso constitucional del 2015, cuando Medina quedó habilitado, y luego a su división definitiva en el 2019, tras un proceso interno de primarias que dejó más dudas que certezas.
Pero, Leonel Fernández ha demostrado que la resiliencia es parte fundamental de su carácter político. En cuanto asumió Luis Abinader en agosto del 2020, Fernández se abocó a fortalecer a su partido y debilitar al PLD, juramentando a dirigentes y simpatizantes que, convencidos de que los morados no saldrían a flote, comenzaron a engrosar las filas de los «pueblistas», en una competencia sin reservas por ser la principal fuerza opositora.
En cuanto se sintió con fuerza política suficiente, mientras el PLD entraba en un proceso de reestructuración, enfiló los cañones contra Abinader, a quien le había dado una tregua durante los primeros meses de su gobierno, a finales del 2020. Sin embargo, a partir del 2021, motivado por el rápido desgaste del gobierno del PRM, por errores propios, pero sobre todo por el insoportable escenario económico global producto de la pandemia, Leonel entendió que estaba ante la oportunidad de su resurección y, por qué no, de la posibilidad real de retornar al poder.

Un año después, es imposible negar el ascenso de Fernández en las encuestas creíbles de opinión, lo cual se explica por su encendida retórica contra el gobierno, criticado por la inflación y la inseguridad ciudadana, pero también por la indefinición del PLD de su candidato presidencial –lo cual cambiará en octubre próximo– , y porque se le atribuye una connotada experiencia de Estado y de manejo de crisis de envergadura como la del 2008.
No obstante, hay preguntas por responder. Primero, muchos se cuestionan por qué un hombre que ha sido tres veces presidente desea volver al poder, cuál es su propuesta y qué siente que le falta por demostrar. En segundo lugar, aunque Fuerza del Pueblo es un partido en crecimiento, su estructura dista mucho de ser una amenaza real de movilización de votantes para las elecciones. Una cosa es simpatía e intención de voto, y otra muy distinta es que esos simpatizantes acudan a las urnas.
Por último, cabe preguntarse cómo planea Fernández sacudir su tasa de rechazo, lo que a su vez limita sus posibilidades de crecimiento en intención de voto –el techo de Leonel es reducido con relación a otros aspirantes–. Por fortuna para él, en el 2024 todo indica que pesará más el criterio de la experiencia por encima del criterio del rechazo.
Al final, todo se definirá por el nivel de debilitamiento con el que llegue Luis Abinader a mayo del 2024, y el nivel de entendimiento entre el PLD y Fuerza del Pueblo. Aunque este último posee el candidato con la experiencia y la retórica, así como la intención de voto más competitiva, son los morados los que poseen la estructura y la capacidad de movilización. Ahí está la llave de Palacio Nacional.