
El reto de contar cuántos somos
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Desde que el Presidente Luis Abinader anunciara que este año tendremos Censo Nacional, el que debió llevarse a cabo en 2020 y que dado a la pandemia imposibilitó su ejecución, muchas voces salieron a criticar la medida.
Los peros no han dejado de manifestarse, que si ahora con tanta delincuencia ir casa por casa, que si los censos en el país no han servido de referencia, porque no han arrojado resultados confiables, en fin, contar cuántos somos siempre ha sido un dolor de cabeza en el país.
Pese a todo el descrédito que pudiera existir de este ejercicio importante de censar, es la única metodología que nos permite saber además de cuántos somos como población, informaciones sensitivas y reveladoras para la ejecución de políticas públicas tan necesarias.
El Primer Censo Nacional fue levantado desde el 19 de enero hasta el 24 de diciembre de 1920, durante la administración del general Thomas Snowden, gobernador estadounidense de Santo Domingo tras la ocupación norteamericana de la República Dominicana.
Un año les tomó establecer cuántos dominicanos habitaban este país en ese momento, se proyectó 894 mil 665 habitantes, al 24 de diciembre de 1920.
La práctica de contar a las personas no es algo reciente, los antecedentes más remotos sobre las estadísticas datan de 40 siglos antes de nuestra era, cuando en las paredes de las cuevas los individuos de la prehistoria registraban el número de animales que habían cazado.
Como dominicanos debe interesarnos hoy más que nunca saber cuántos somos y dónde estamos, qué hacemos y cómo pensamos de determinados temas. El censo nos permite conocer los cambios de la población y su dinámica, lo que sirve para actualizar las necesidades que tengan las ciudades.
No solo para establecer políticas públicas, sino establecer servicios. Es bueno recordar que hay comunidades en nuestro país donde aún no llega el agua, no existe la recogida de basura, por que han crecido sin planificación alguna.
Es por ello el interés del politólogo argentino Diego Pando, de que se entienda la diferencia entre una encuesta, otras técnicas de recolección de datos y el censo de población.
«Es la fuente principal de información demográfica y socioeconómica que facilita la elaboración de indicadores de desarrollo, proporciona bases para preparar estimaciones de natalidad, mortalidad, migración y del crecimiento de la población, según diversos atributos, por regiones y otras proyecciones derivadas», revela Pando como algunas de las bondades de esta herramienta que el gobierno planea llevar a cabo del 10 al 23 de noviembre, unos 14 días de empadronamiento.
El Presidente Abinader promete repercusiones positivas partiendo de su ejecución: «Es un gran esfuerzo que está haciendo el Gobierno, pero es un esfuerzo que tendrá muchas repercusiones positivas, porque para hacer políticas públicas y diseñar políticas públicas correctas y eficientes debemos tener una data y la información real de la situación de nuestra gente y los territorios».
Mientras que la directora general de la ONE, Miosotis Rivas Peña, ha asegurado que este esfuerzo que hace el gobierno no será igual a las experiencias pasadas y por eso se atrevió a anunciar que los resultados preliminares del censo estarían entregándose en el primer trimestre del 2023, lo que de concretarse, sería una doble victoria.
Hacer que los ciudadanos entiendan la rigurosidad del proceso y su importancia y por ende se comprometan con la causa, será todo un reto para las autoridades, por aquello de que el dominicano ha creado desconfianza en torno a estos procesos que no fueron bien llevados en determinados momentos de nuestra historia. Es una oportunidad valiosa para las autoridades y el pueblo de obtener los datos requeridos de cara a la planificación que necesitamos como nación.