El Gobierno y el partido
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No podemos separar el vínculo que tiene el aparato gubernamental con el partido que sirvió de plataforma al candidato que llega a la Presidencia a través de un proceso electoral. Presidente y partido son alas de un mismo pájaro. Es inevitable que el mandatario de turno también esté comprometido con atender la agenda que rige la organización como parte de sus actividades cotidianas.
En cada caso, el incumbente en Palacio Nacional ha tenido que gestionar su tiempo con la administración pública y los procesos internos de su partido. En los últimos veinte años, diríamos que las etapas de cada una de las elecciones se llevaron a cabo en el tiempo idóneo para que la vorágine electoral no afectara el desempeño, no solo del Presidente, sino también de toda la burocracia pública que llega a las instituciones de la mano de quien fuera el candidato que triunfó en ese entonces.
Nos sobrecoge la percepción de que en el caso actual, parecería que la política no tomó pausa tras el triunfo del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en julio del 2020. Inmediatamente Luis Abinader se juramentó, si es que el resto de las organizaciones de mayor incidencia en el espectro electoral hicieron un alto en su calendario interno, los actores de mayor incidencia iniciaron recorridos, juramentaciones y reestructuraciones de sus cuadros dirigenciales que inevitablemente nos han mantenido en una dinámica atípica y atemporal.
Es en este punto que en el caso del Partido Revolucionario Moderno y el Presidente de la República deben hacer un esfuerzo sobrehumano para concentrar sus energías en tratar de que haya la menor interferencia entre la operatividad gubernamental –una gestión gerencial eficiente– y la agenda que impone el laborantismo político. Es cierto que el PRM no puede quedarse de brazos cruzados ante la ofensiva indetenible que desplegaron hace poco más de un año, por un lado, Leonel Fernández con su Fuerza del Pueblo y, por el otro, Danilo Medina y el Partido de la Liberación Dominicana que volvió al ruedo como en sus mejores años.
Pero Abinader está llamado a jugar su rol como Presidente de todos los dominicanos, y concentrar sus energías en dirigir a su gabinete para que la República Dominicana supere más pronto que tarde esta desafiante situación económica que nos ha tocado a todos de una manera u otra. Todo apunta a que el PRM, que no tenía en agenda entrar en la vorágine proselitista con tanta anticipación, enfilará los cañones para frenar la implacable ofensiva de la FP y el PLD. Pero ojalá que el Gobierno siga cumpliendo con las responsabilidades propias de la gerencia del sector público.