
Bisagras
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Los partidos bisagras aún pululan en la órbita política del país. Muchos creen que estos grupitos que solo sacan la cabeza cuando se acercan elecciones o en su defecto, cuando la Junta Central Electoral anuncia el reparto de millones de pesos del erario para mantener ya no solo a los grupos políticos mayoritarios sino también, a los grupúsculos busca vida que funcionan como reales bisagras a la hora de las votaciones.
Estas bisagras o partidos oportunistas que engrasan al partido al cual ellos deciden apoyar para fines de contienda electoral tienen mucha culpa del deterioro del sistema político nacional. Grupos llenos de compañeritos que solo buscan dinero (como todos) y el menor resquicio para penetrar y formar parte de un posible futuro gobierno cada cuatro años.
Tenemos varios ejemplos de bisagras y oportunistas: el Partido Demócrata Institucional, presidido por Ismael Reyes, el Partido Reformista Social Cristiano que lleva años siendo nada, un cero a la izquierda y sus dirigentes de antaño solo están ahí para cobrar y opinar, se preparan desde ya para unirse al que ellos vean con más ventaja electoral, y de esa manera cobijarse a un partido mayoritario donde cada uno de estos oportunistas puedan tener algún chance de ocupar posiciones o simplemente opinar en medios de comunicación.
También la Fuerza del Pueblo está «tirada a la calle» buscando aliados pequeños y medianos a los cuales convencer, prometer y allantar con puestos gubernamentales y de mejora de vida, como una manera de reivindicarse como «partido grande» luego del reconocimiento por parte de la Junta Central Electoral como partido ¿mayoritario? Además de, Partido Cívico Renovador, Partido de Acción Liberal, Frente Amplio, País Posible, Partido Unidad Nacional, etc…
En ese sentido, los partidos pequeños, esas bisagras que sacan la cabeza y se sienten con poder y necesidad de estar sentados en la mesa de un posible gobierno ¿son realmente necesarios? No quieren pensar estar quedarse fuera, no recibir millones de pesos y no ocupar posiciones en el Estado. Para eso están ellos para «hacer» ganar elecciones a los grandes a quienes se les cobra el favor.
Ya iniciaron sus aprestos y enfatizaran más sus presiones en el próximo año pre-electoral. Imagínese lector, un país pequeño donde solo 3 o 4 partidos son los más pronunciados y con presencia distintos poderes del Estado, de un total de 25 partidos políticos donde el resto ni usted ni yo, sabemos que existe, es un robo al erario en toda regla y la Junta Central Electoral lo sabe y no actúa en consecuencia. Al contrario, reparte.
Los partidos bisagras existen en todo el mundo. Se hacen presentes y a veces sus apoyos son decisivos en la contienda electoral, por alianzas, coalición o uniones que permiten el triunfo de sus escogidos. Todos gozan de las mieles del poder durante el reinado ganador de quienes apoyaron y a veces, no sucede nada. Lo que sí llama mi atención por algunos partidos bisagras dominicanos y extranjeros que conozco, es que estos no hacen lo posible por pasar al siguiente peldaño de la escalera política: dejar de ser bisagras e intensificar sus acciones como partido, crecer y ser determinantes. Son “decisivos” por coyunturas no siempre por decisión.
Pero en el patio político tradicional que adolece de estructuras y sentido del criterio, los bisagras son meros oportunistas que no deberían existir porque forman parte del succionamiento al erario de la nación, no contribuyen en nada y son exigentes sin haber dado nada a cambio para fortalecer el sistema democrático partidista.
Uno se pregunta: ¿Qué hacer con estos partidos bisagras que solo sacan la cabeza cada cuatro años? ¿Qué piensa la Junta Central Electoral de continuar manteniendo a estos inoperantes? ¿Es normal esto en una sociedad como la nuestra?
Lo que sí vislumbro a todas luces y desde hace tiempo es que en países como el nuestro crear un partido, célula o grupúsculo político es un gran y rentable negocio.